• El lugar más árido y seco del mundo está lejos de ser el menos vivo, productivo y generoso del planeta. Bastan sólo algunas lluvias, un pequeño riachuelo, algo de nieve, para que el milagro de la vida se traduzca en fértiles y frutosos oasis o en coloridas mesetas donde pastorean alpacas, vicuñas y llamas, o anidan flamencos y taguas, entre otros exóticos animales.
  • Entre el 18 y 20 de enero, diversos medios de comunicación nacionales un circuito turístico planificado por la Universidad Central de Chile en el marco de un proyecto de bien público de Corfo denominado “Diseño de experiencias memorables en la Provincia del Tamarugal”.

Quien piense que nuestro desierto es tierra infértil, descolorida e inhabitable, seguramente nunca ha visitado el norte grande, ni menos los encantadores rincones del altiplano chileno. Allí, contra todo pronóstico meteorológico y condición geográfica, emergen fecundos oasis donde se producen exóticos sabores y descansan generosas mesetas donde pastorean centenares de galantes camélidos.

Parecen tierras pasivas y serenas, pero los colosales volcanes de cumbres nevadas que rodean estos mágicos llanos y los enigmáticos geiseres que arrojan incansablemente al cielo su furia sulfurosa, nos muestra cuan viva es esta región; tan activa como su gente: personas de esfuerzo que – en su mayoría- tienen profundos vínculos sanguíneos y/o culturales con los pueblos originarios del altiplano como Quechuas y Aymaras.

Son ellos, los habitantes del altiplano chileno, quienes a través de sus experiencias de vida con ese fascinante entorno natural, sin proponérselo, generan una atractiva ruta patrimonial que invita a los amantes de la naturaleza y las tradiciones culturales a conocerla.

El Instituto del Patrimonio Turístico de la Universidad Central de Chile, justamente ha rescatado los relatos de los habitantes de este hermoso lugar y aprovechando el ambiente sobrenatural de la Provincia del Tamarugal, diseñando circuitos turísticos que cuenta con el apoyo de Corfo, Sernatur y los municipios locales.

“Ha sido un trabajo intenso de casi un año, primero en bibliotecas y centros de documentación investigando sobre la región y sus singularidades, después con diversas actividades con las comunidades y sus representantes, para finalmente generar 30 relatos con diversos temas de interés, dando origen a novedosas experiencias turísticas”, explica Miguel García, Director del Instituto del Patrimonio Turístico UCEN.

Gracias a este trabajo conjunto, se nos invita a conocer los cautivantes geiseres de Puchuldiza, localidad ubicada en la comuna de Colchane que se empina por los 4.350 metros de altura. Allí será posible admirar como diversos chorros de agua y vapor emergen con furia desde las entrañas de la tierra. Para el propietario y cuidador de este hermoso lugar, Felino Mamani, “un regalo de la Pacha Mama al hombre, a quien le ofrece su energía y le advierte de su fuerza, para encontrar armonía”.

El recorrido nos traslada a Pisiga, un pequeño poblado localizado a un costado de Colchane, desde donde incluso es posible ver territorio boliviano. Desde allí es posible admirar la grandilocuencia de la naturaleza, que regala un ambiente sobrecogedor; encantador como el canto de la señora Celia Chapalla, tesoro vivo de la cultura quechua quien nos revela algo más del lugar donde vive y de lo que hace.

“Esta es una tierra bendecida. Mire… volcanes, llanos fértiles, buena ganadería. Aquí puedo cuidar mis animales (Llamas, vicuñas y alpacas), cultivar quinoa (cereal de extraordinarias propiedades nutricionales) y vincularme con mis ancestros. Difícil encontrar mayor paz espiritual en otra parte”, sentencia la señora Celia, antes de entonar un antiguo y hermoso canto en quechua.

Otro escenario que maravilla en este circuito, es el Parque Nacional Volcán Isluga. En su camino conoceremos la localidad del mismo nombre y otro personaje fascinante… don Eugenio Challapa. Mientras nos canta acompañado de su “bandola” -un instrumento de cuerda que libera delicadas y melancólicas notas- nos muestra la bella iglesia de la aldea, de característica arquitectura etno-vernacular andina. Nos cuenta que allí prácticamente no vive nadie y que sólo llega gente para participar de las celebraciones religiosas.

El mismo Sr. Challapa, nos invita a deleitarnos con otro de los encantadores rincones de este parque: Las Termas de Enquelga. Este complejo natural se ubica a 28 km al norte del Colchane, a una altura aproximada de 3.700 m.s.n.m. Allí es posible de disfrutar de dos pozas naturales de aguas cristalinas de carácter hipotermal, que se encuentran a una temperatura de 30° C. Espacio ideal para quien desee relajarse o conectarse con la naturaleza, que allí posa imponente ante los ojos de los turistas.

Imposible no aprovechar la visita a dicha localidad, sin no conocer a doña Isabel Challapa, una mujer de mirada noble y sonrisa honesta, acogedora, quien tiene un don maravilloso revelado en la confección de telares. En casi 60 años de trabajo, ha producido miles de piezas textiles a los que incorpora los diseños utilizados por sus ancestros.

“Mi idea es rescatar mis tradiciones, mi historia, lo que nos fue heredado con tanto cariño por nuestra gente y la propia naturaleza. Tengo la suerte de mostrar este arte en varias partes de Chile. A menudo me invitan a ferias en Santiago y otras ciudades grandes. Me siento orgullosa de exhibirles este trabajo, que no lo siento sólo mío, sino de mi pueblo”, nos señala Isabel, quien nos convida a conocer su taller en Enquelga.

Los relatos y circuitos propuestos por la Universidad Central, también nos permiten conocer Mamiña, localidad famosa por las bondades terapéuticas que proporcionan sus aguas termales sulfurosas. Allí, hace varios años, llegó a vivir -aun cuando niño- el “cantero” Juan Fuentes: un tallador de piedra que impresiona por el amor con el que trabaja. Este artesano, nacido en Purén, tiene un taller donde exhibe bellas y delicadas piezas de granito rosado.

La visita además nos lleva –era que no- a los Baños de Ipla y los Barros Chinos; dos complejos termales que nos ofrecen aguas y fangos de comprobadas propiedades medicinales. Diariamente llegan allí decenas de personas (y hasta casi un centenar en periodo de vacaciones) buscando relajo y sanación.

Para la señora Gaudelia Cutín, quien administra estos hermosos y bien cuidados recintos en nombre de la comunidad, “estas aguas y barros son milagrosos. No sólo proporcionan alivio para el cuerpo, sino también bienestar espiritual. No hay quien visite el lugar y no regrese, porque saben que la tierra y los elementos de Mamiña entrega vitalidad”.

Seguimos viaje a la localidad de Matilla, en la comuna de Pica. Allí, donde el desierto nos regala mágicos y extensos vergeles, aparece este pequeño pero asombroso poblado que cautiva por su orden, ornamentación y planificación territorial.

Seduce su colorida iglesia, de estilo neoclásico, en cuyo interior hay piezas sacras de incalculable valor patrimonial que descansan bajo un simple, pero no menos elegante retablo de albañilería. En las afueras, en el frontis, se erige un imponente campanario que era parte del templo original. Esta hermosa atalaya, que tiene capacidad para contener ocho campanas, fue construida con bloques de cal, tiza y bórax.

Ya en el final del circuito, un destino emblemático… Pica. Esta pequeña ciudad es realmente un milagro en medio del árido paisaje nortino. Impresiona la fertilidad y colorido de sus tierras, que nos ofrecen exquisitos y exóticos sabores. Imposible no deleitarse con el gusto de sus limones (con denominación de origen), sus mangos, pomelos y guayabas.

Bien lo sabe la Señora Nancy Guzmán, quien aprovechando “el dejo” de estos apetitosos frutos, levantó un emprendimiento llamado “Tentaciones de Pica”. Allí, con el apoyo de su marido e hijo, elabora mermeladas caseras, cervezas, helados y hasta espumantes a base de estos deliciosos productos.

Este hermoso oasis también tiene otro encanto. Dicen, sus habitantes, que es su principal orgullo. Se trata del Balneario Cocha Resbaladero, una piscina natural de aguas cristalinas de origen termal, rodeada de rocas y vegetación, desde donde emergen diminutas cascadas.

Para el alcalde, Iván Infante Chacón, “La Cocha es la postal donde todo visitante quiere aparecer, porque es el alma de Pica. Es la prueba más viva que la ciudad es tierra fértil y mágica, y que explica porque provee de sabores únicos que son procurados por turistas chilenos y extranjeros”.

Fuente: Comunicaciones Universidad Central